Marina Cabo San Lucas, Semar y la "teoría del caos"

En Los Cabos, la historia de la cocina, que puede convertirse en crisis, abarca uno de los aspectos más queridos del lugar: la navegación a vela y la pesca deportiva.

Digamos que la presencia del poder es una especie de “abismo” detrás del cual hay unos actores e intereses que no son secundarios.

Cabo San Lucas fue famoso principalmente por la calidad de la pesca, y posteriormente por sus campos de golf, aun con la competencia de otros países como Costa Rica y Panamá, en Los Cabos se siguen realizando torneos de pesca con las bolsas más grandes del mundo.

Lo que sucedió en silencio fue el fin de las concesiones a las tres empresas que habían hecho fortuna en la prestación de servicios de estacionamiento de embarcaciones. Atracar es un término apropiado para yates y barcos de pesca que están visitando y operando para su propósito previsto.

Uno de ellos es IGY Marinas, de Thomas Mukamal; la segunda es Marinas del Rey, de Marcos Ehremberg, y la tercera es Marina Fundadores, creada por el empresario Ramón Marcos (QEPD) y actualmente liderada por Jacqueline Liceaga y Enrique Fernández del Castillo.

En números redondos, IGY pagó a Fonatur menos de 20 millones de pesos al año por la concesión y unos $22 millones al año; los otros dos tienen cada uno el 10% de estos números.

Esto fue luego de las negociaciones al inicio de esta administración, donde el pago a Fonatur sobre los ingresos aumentó de 1,5% a 4,5%.

Además, existen otras ocho concesiones más pequeñas, incluida una cooperativa especializada en pesca deportiva.

El acuerdo, incluso revisado, le parece mal al gobierno federal, pero su contrapartida es que estos tres grupos han invertido mucho en tecnología, tienen personal especializado y contactos para vender adecuadamente amarres en la marina con precios de amarre entre los más altos del mundo.

La lógica de los economistas gubernamentales "neoliberales", como ahora se los llama, era dejar las operaciones a quienes sabían cómo invertir y cómo administrar un negocio.

Hoy el panorama es completamente diferente y Fonatur ya sancionó a IGY por la invasión de un "terraplén de servicios", un corredor que conecta los servicios entregados a las naves por vía terrestre.

La institución impuso una multa de 23 millones de pesos; pero después de que Fonatura ha sido reemplazada por la Secretaría de Marina, ni siquiera hay forma de hacer ese pago.

Esto es solo la punta del iceberg, pues ya se están liquidando 30 socios de Fonatur que participaban en la Marina, y la Secretaría de Marina, encabezada por Rafael Ojeda, simplemente no ha dicho cómo reponer el Fondo, y el tiempo corre. afuera.

El caso tiene otras muchas vertientes, como la operación de cruceros, y como en el "río bravo, ganancias de los pescadores" ya hay unos cuantos jugadores más que dispuestos a sustituir a IGY, Marina del Rey y Marina Fundadores.

Lo ideal sería realizar licitaciones y buscar las mejores fórmulas en beneficio de destinos y clientes, pero todo indica que esto se resolverá como el próximo capítulo de la “teoría del caos”.

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